En un polémico estudio realizado en Estados Unidos y sobre el cual se ha publicado la noticia en estas páginas, se plantea la necesidad de controlar los niveles de arsénico en el arroz, bajo el argumento de que el arroz es susceptible a contaminarse con arsénico debido a su capacidad de extraer arsénico del suelo hacia la planta de arroz.
Los autores de esta investigación ¿habrán hecho estudios similares sobre otras plantas, o sólo sobre el arroz?
Con la situación actual de crisis en diversas naciones, la gente de estos países está buscando productos alimenticios más baratos. Y el arroz, que no es un cultivo típico en Estados Unidos pero sí cuenta con una gran producción en Asia, es más barato que el trigo y otros cereales que se siembran profusamente en Estados Unidos y en otras naciones desarrolladas. Llama la atención que precisamente sea el arroz el que tiene ahora un problema.
Un patrón de seguridad epidemiológica relativamente sencillo y directo es que si algo ha sido utilizado masivamente durante miles de años, sin afectar adversamente a la salud de quienes lo han utilizado, entonces es seguro. El arroz ha sido la fuente de alimentación principal de las naciones asiáticas (y de la mayor parte de las naciones del tercer mundo) por miles de años, y estamos hablando de naciones como China y Japón, donde la longevidad natural es mucho mayor que en las naciones occidentales (digo natural porque en los períodos de guerra la longevidad se ha visto afectada por razones no naturales). No hay evidencia alguna de que esas naciones se hayan estado envenenando con arsénico, ¿no? ¿Por qué entonces ahora, de repente, el arroz puede ser una fuente de envenenamiento con arsénico?
Entiéndase también que los autores del estudio no están afirmando que el arroz SEA un peligro, sino que se requiere más investigación. Pero basta con esparcir sutilmente un rumor de este tipo para lograr que un sector de la población deje de consumir arroz, decantándose por cereales que... ¡vaya sorpresa!, se producen en el país donde se hizo el estudio.
No creo que las poblaciones del tercer mundo dejen de comer arroz. Lo más probable es que nunca ni tan siquiera se enteren de que se hizo tal estudio. Pero quienes viven en los países desarrollados, que sí aportan ganancias económicas significativas a los productores, y que se enterarán de este estudio, sí podrían dejar de consumir arroz.
Y por otro lado, ¿es realmente natural todo ese arsénico? ¿No utilizó la agricultura estadounidense, de manera extensiva e intensiva, plaguicidas basados en arsénico (arseniato de plomo, arsenito de sodio)? ¿No se emplean actualmente como preservantes de la madera los arseniatos de cromo y de cobre, que representan hasta el 70 por ciento del consumo mundial del elemento? ¿Y no se sigue usando aún como elemento fertilizante en forma de mineral primario rico, para la agricultura? Y de hecho, no se debe olvidar que la planta de tabaco también absorbe el elemento del suelo y lo concentra en sus hojas, y siendo el arsénico (al igual que sus compuestos) relativamente volátil, es absorbido con el humo del tabaco. Este efecto, al menos de lo que se deduce en la noticia, no se tuvo en cuenta, y puede afectar al resultado del estudio. Habría que examinar todos los detalles de la investigación, pero si sólo tuvieron en cuenta dos posibles fuentes de consumo de arsénico, el agua y el arroz, quizás la diferencia significativa no se deba en absoluto al arroz, sino a muchos otros factores que se estén ignorando, como el ser fumador activo o pasivo, vivir cerca de áreas agrícolas o que lo fueron, y estar expuesto en casa a compuestos preservantes de la madera, pinturas, etcétera, que contengan arsénico.
Pero ya saben, es más fácil decir: "Yo que tú, cuidado con el arroz, mejor cómpranos el trigo, aunque esté mucho más caro, por la crisis, lo de los biocombustibles, y todo lo demás, porque mejor pagar caro que envenenarse, ya sabes".
VIA. Néstor Rivero
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